viernes, 19 de marzo de 2010

Zefiro torna



Un mito primaveral no tan conocido nos cuenta que Céfiro (Zephyrus) es hijo de Eolo y Aurora y hermano de Bóreas, habita en una caverna de Tracia, tiene por esposa a la ninfa Cloris (diosa de las flores) y de su unión con ella tuvo un hijo: Carpos (los frutos). El comienzo de la primavera es señalado por el soplar de un viento, a veces violento, a veces apacible, que viene del oeste. En el febrero y marzo de nuestras latitudes, este viento, de un frescor que algo tiene de invernal, recorre las ciudades y los campos y se mezcla en una conjunción extraña con un calor ya tropical y africano para dar lugar a ese clima preprimaveral por el que tachamos de locos a este par de meses. Si nosotros, más tropicales que boreales, notamos con tal claridad ese viento augural, tanto más se nota en Europa. Tanto, que entre las brumas de las mitologías clásicas vientos, estrellas, auroras, corrientes de agua, florecimientos y renacimientos, todos ellos signos del devenir estacional, fueron simbolizados bajo formas humanas; Céfiro es un dios de carácter tornadizo que con una cólera benévola inunda los campos y fecunda las flores, o como una suave onda hace centellear los pastos y brillar bajo una luz dorada y vivificante las mieses. Cuando Céfiro vuelve después de los fríos letárgicos del invierno, la primavera y el estro renuevan el mundo.

Céfiro anuncia el despertar biológico, y también el despertar amoroso. Céfiro es quien lleva a la bellísima Psique hasta las alcobas del libidinoso Cupido en el relato que Apuleyo inserta en la picaresca novela El asno de oro. También a Céfiro y a su sexualidad ambigua debemos que Jacinto sufra la metarmofosis que lo vuelve flor. Apolo y Céfiro disputan los favores del atleta espartano Jacinto. Apolo gana sus favores. Y Céfiro, ya celoso y con ánimo de venganza, los sorprende jugando lanzamiento de disco. Repentinamente descarga una ráfaga sobre Jacinto mientras lanza el disco. El disco cae y da de lleno contra la cabeza de Jacinto, y Jacinto muere. Apolo, conmovido, lo convierte en flor. Éste es el revés furioso del plácido Céfiro.

Estos mitos tan ricos en significados y facultades descriptivas eran materia común de los artistas, músicos y retóricos que frecuentaban las academias de la Italia renacentista y barroca, en Florencia, Roma, Cremona o Venecia. El poeta florentino Ottavio Rinuccini (1562-1621), autor del libreto de la primera ópera de la historia, Dafne, de Jacopo Peri, y miembro de la Accademia Fiorentina y la Accademia degli Elevati, retoma el tema de Céfiro para escribir el poema Zefiro torna. Rinuccini describe el lado más amable de Céfiro; nos lo pinta como la corriente suave y renovadora que verdea los campos y hace surgir el amor apasionado en el corazón del amante.

Claudio Monteverdi (1567-1643) en el estro musical que fue el barroco italiano retoma este texto de Rinuccini para insuflarlo con música. Monteverdi es quizá el artífice más señalado de la llamada seconda prattica, que prescribía que en lugar de tratar los textos de manera polifónica, como era usual en la música del Renacimiento, se escribiera sólo una o dos melodías para ser acompañadas por el aparato armonizante del basso continuo. Así, libres de la obligación de tener que coincidir armónicamente con muchas otras líneas melódicas, las pocas melodías que se ponían en relieve podrían correr a la par del asunto sentimental o descriptivo que trataba el poema musicalizado y adoptar mercurialmente sus matices y sus giros expresivos. La música de Monteverdi es ejemplar a este respecto. Durante su larga vida Monteverdi fue publicando sus madrigales (poemas musicalizados) en colecciones o libri. Los primeros de estos libri contienen mayoritariamente madrigales escritos a la vieja usanza, polifónicamente; a partir del Sesto o Settimo Libro, Monteverdi comienza a desarrollar el nuevo estilo valiéndose de textos de autores como Rinuccini o Guarini. Monteverdi será quien también llevé a la naciente ópera a sus primeras cumbres: Orfeo, Il ritorno d'Ulisse in patria (1641) o L'incoronazione di Poppea, por sólo mencionar algunas.

Para comenzar la primavera y sólo porque se trata de una ocasión especial, les dejo aquí el Zefiro torna, con el texto de Rinuccini, y O come sei gentile, de Guarini, con un intento bastante lastimoso de traducción.


Zefiro torna

Zefiro torna, e di soavi accenti
     Vuelve Céfiro, y con suaves acentos

l'aer fa grato e'l piè discioglie a l'onde
     hace el aire grato. Sus pies agitan las olas

e, mormorando tra le verdi fronde,
     y murmurando tras las verdes frondas, 

fa danzar al bel suon su'l prato i fiori.
     hace danzar un bello sonido sobre prados y flores.



Inghirlandato il crin Fillide e Clori
     Con guirnaldas sobre los cabellos, Filis y Cloris

note temprando amor care e gioconde;
     cantan jocundas y dulces notas de amor;

e da monti e da valli ime e profonde
     y de los montes a los profundos valles

raddoppian l'armonia gli antri canori.

     las cavernas canoras redoblan su armonía.



Sorge più vaga in ciel l'aurora, e'l sole,
     Surge más bella en el cielo la aurora, y el sol

sparge più luci d'or; più puro argento
     esparce más luces de oro; plata más pura

fregia di Teti il bel ceruleo manto.
     adorna el bello manto cerúleo de Tetis.


Sol io, per selve abbandonata e sole,
     Sólo yo, en selvas abandonadas y desiertas,

l'ardor di due begli occhi e'l mio tormento,
     por el ardor de dos bellos ojos y mi tormento,

come vuol mia ventura, hor piango, hor canto.
     como lo quiere mi fortuna, ahora lloro, ahora canto.



O come sei gentile


O come sei gentile,
     ¡Oh, cuán encantador eres,

caro augellino! O quanto
     querido pajarillo! ¡Oh cuán

è'l mio stato amoroso al tuo simile!
     parecido es mi amoroso estado al tuyo!

Tu prigion, io prigion; tu canti, io canto;
     Tú en tu prisión, yo en la mía; tú cantas, yo canto;

tu canti per colei
     tú cantas por aquella

che t'ha legato, et io canto per lei.
     que te ha encadenado, y yo canto por ella.

Ma in questo è differente
     Mas en esto es diferente

la mia sorte dolente:
     mi doliente suerte:

che giova pur a te l'esser canoro.
     que quiso que sólo tú fueras canoro.

Vivi cantando, et io cantando moro.
     Tú vives cantando, y yo cantando muero.

5 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Usé su traducción literal para hacer una traducción poética, citándolo como autor la literal.

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    2. Y, sólo por curiosidad, ¿dónde la publicaste? Me gustaría leerla. Gracias y saludos.

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    3. Adjunto el vínculo solicitado. http://compilaciondepoemas.blogspot.com.es/search/label/italianos

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