miércoles, 21 de abril de 2010

El último umbral


El 11 de noviembre de 1998 moría repentinamente Gérard Grisey. Un aneurisma le quitó la vida. Vida corta pero con producciones dignas de mención. La Historia, que registra algunos hechos como instantes grabados en piedra, nos cuenta que en un tiempo determinado, unos personajes de perfiles y nombres precisos "inventaron", "formularon", "crearon" o cómo nos venga en gana decirlo, la música espectral.

Una década es inequívocamente señalada como tiempo de origen de esta invención: en los años setenta un grupo de amigos músicos, buscando una alternativa al serialismo que imperaba en las academias musicales desde finales de los cincuenta, formuló, entre balbuceos y experimentos, una manera de componer música en la que partiendo del análisis espectral de sonidos concretos se obtenían los componentes (armónicos) del mismo y, con conocimiento de éstos, las posibilidades de progresión armónica "natural" de un sonido; así, de un do grave obtenido de un trombón se podía pasar a un mi más agudo, con tal de que este mi formara parte de los componentes armónicos del mismo sonido del trombón.

Pero, ¿qué cosa son los armónicos? Al tocar un do en un trombón, el do no es lo único que suena, pues el material de que está hecho el trombón vibra y produce notas secundarias, difíciles de oir en tanto notas pero integrantes indisociables del sonido del trombón. Estas notas secundarias son los armónicos. Las notas puras sólo se pueden pensar en dos campos: en la teoría o emitidas por un sintetizador.

Más o menos de esta guisa los espectralistas componían sus piezas: imaginemos que una obra espectral hipotética comienza con la recreación orquestal de un do de trombón compuesto de treinta armónicos, no tocada por un solo trombón, sino por una orquesta de treinta músicos, de los que cada cual toma en su instrumento uno de estos treinta armónicos. Para hacer progresar la pieza, poco a poco la mitad de los músicos que lleva los armónicos más graves va disminuyendo el volumen de sus notas, mientras al mismo tiempo el resto de los músicos, que lleva las notas más agudas, va aumentando el volumen y el vigor con que toca sus notas. Para quien escucha, el efecto general será el de una masa de sonido inicialmente grave que paulatinamente va dirigiéndose hacia los registros agudos; un sonido continuo y espeso va transformándose conforme el tiempo avanza.

En cierto momento de los setenta Gérard Grisey, Tristan Murail y algunos otros músicos franceses afincados en París hacían su música de una manera similar a la descrita en la explicación esquemática que acabo de dejarles. No queda claro quién de este grupo de músicos franceses fue el primero en formular esta solución de continuidad musical; la Historia no llega a estos oscuros resquicios. Pero fue Grisey quien formuló de manera sistemática las posibilidades de progresión armónica a partir del uso de armónicos o espectros en una obra monumental llamada Les Espaces Acoustiques.

La música espectral, o lo que se designa con tal nombre, estaba formulada hasta el detalle ya a mediados de la década, su nombre vendría después; Hughes Dufourt acuñó el término en un artículo de 1979. No todos los "espectralistas" lo acogerían con igual agrado: Grisey lo rechazaba en favor de un término que él juzgaba más adecuado a su música: música liminal.

Liminal, palabra no existente en francés ni en español, viene del latín limen, liminis = 'umbral'. Y es así como el propio Grisey concebía su música: que comenzaba casi invariablemente a partir de un complejo de sonidos que no eran otra cosa que el umbral de acceso a lo que se desarrollaría en el tiempo. Por más de quince años compondría música liminal. Acabado este periodo, Grisey se lanzaría a nuevas aventuras musicales y a tratar sobre otros umbrales.

La última pieza que dejó antes de morir, hecha quizás en el presentimiento, trata sobre el umbral último, un umbral que no es la puerta de entrada al mundo de los sonidos, sino la entrada a los reinos insondables de la muerte. Algo inusual en Grisey es el uso de textos. Y si no lo conocíamos como musicalizador de palabras, por Quatre chants pour franchir le seuil (1998) lo conocemos como un musicalizador magnífico. Cabe destacar en primer lugar su elección de textos: cuatro textos relacionados de maneras distintas con la muerte. El primero trata, según puede verlo un poeta contemporáneo, sobre la muerte de un ángel.

El segundo es un collage hecho a partir de inscripciones funerarias de tumbas del Antiguo Egipto registradas por arqueólogos. El tiempo borra hasta la misma muerte. Una procesión musical rozante en lo monótono encuadra la sucesión de los números con que las tumbas fueron registradas en el catálogo arqueológico. De lo que fueron sitios de conmemoración no quedan más que números; sólo unas pocas tumbas resistentes a la tenaz erosión han guardado las fórmulas con que los egipcios, en el ansía final, el ansía de no desaparecer por siempre, rogaban a los dioses por un paso luminoso hacia lo ignoto.

La mort de la civilisation

n° 811 et 812
(presque entièrement disparus)
(casi totalmente desaparecidos)
n° 814: "Alors que tu reposes pour l'éternité..."
"Ahora que tú descansas por la eternidad..."
n° 809
(détruit)
(destruido)
n° 868 et 869
(presque entièrement détruits)
(casi totalmente destruidos)
n°870:
"J'ai parcouru...
"Yo viajé...
j'ai été florissant...
florecí...
je fais une déploration...
yo hago una deploración...
Le lumineux tombe
Lo luminoso cae
à l'intérieur de..."
al interior de..."
n° 961 et 963
(détruits)
(destruidos)
n° 973:
"qui fait le tour de ciel...
"quien da la vuelta al cielo...
jusqu'aux confins du ciel...
hasta los confines del cielo...
jusqu'à l'étendue des bras...
hasta extender los brazos...
Fais-moi un chemin de lumière,
Hazme un camino de luz,
laisse-moi passer..."
déjame pasar..."
n° 903
(détruit)
(destruido)
n° 1050:
"formule pour être un dieu..."
"fórmula para ser un dios..."



El tercer canto procede de fuentes griegas, de Erina, y trata sin esperanzas sobre la desaparición. La voz se dispersa en los reinos cavernosos de la muerte, se apaga insensiblemente.

La mort de la voix

Dans le monde d'en bas,
En el mundo de abajo,
l'écho en vain dérive.
el eco resuena en vano.
Et se tait chez les morts.
Y calla entre los muertos.
La voix s'épand dans l'ombre.
La voz se disuelve en la sombra.



El cuarto canto trata sobre la muerte cósmica, que nunca es muerte verdadera. A partir de la epopeya mesopotámica Gilgamesh, Grisey narra sucintamente el acontecer del diluvio. Después de días en que la lluvia no dejó sitio para que se posara un solo pájaro, la lluvia cesa, y la tierra vuelve a ser un mar virginal.

La mort de l'humanité

[...] Je regardai alentour:
[...] Miré alrededor:
Le silence régnait!
Reinaba el silencio.
Tous les hommes étaient retransformés en argile.
Todos los hombres habían vuelto a arcilla.
Et la plaine liquide semblait une terrasse.
Y el agua quieta semejaba una terraza.

Berceuse

J'ouvris une fenêtre,
Abrí una puerta,
et le jour tomba sur ma joue.
y la luz del día cayó sobre mi mejilla.
Je tombai à genoux, immobile,
Caí de rodillas, inmóvil,
et pleurai...
y lloré...
Je regardai l'horizon de la mer,
Vi hacia el horizonte del mar,
le monde...
el mundo...

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